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Shanghái es uno de los países chinos más habitados, conocido por sus grandes infraestructuras y por su cultura tan única por lo que el tema de poder adentrarse en una aventura en un templo resultó mucho más llamativo para estos 4 personajes.

 

Se subieron al automóvil del anciano y este los llevó al templo. Cuando llegaron el anciano les dijo que debían buscar una pista contundente que los guiará a la siguiente fase del destino y eso fue precisamente lo que hicieron, entraron en el templo y comenzaron a mirar detalladamente cada espacio del lugar, revisaron hasta el más pequeño detalle de aquel paraje al que habían llegado pero no encontraban más que esculturas viejas y polvo, en medio de la interminable búsqueda, Ana escuchó un extraño ruido y les pidió a sus compañeros que se escondieran detrás de la estatua de un monje que estaba cerca a ellos, mientras miraban desde atrás de la escultura procurando hacer el menor ruido posible, pudieron darse cuenta como lentamente el espacio del templo donde se encontraban iba llenándose de siluetas encapuchadas que se adentraban por cada una de las entradas del lugar. A pesar de no saber quiénes eran estos sujetos, los cuatro eran conscientes de que eran personas peligrosas y que lo mejor era evitar cualquier tipo de confrontación.

 

Uno de los encapuchados se deshizo de la máscara que ocultaba su rostro y gritó: “Sé que están ahí y que vienen de parte de Oculus, es mejor que salgan y se muestren antes de que nosotros mismos los encontremos”. Ellos quedaron confundidos al escuchar la palabra Oculus pero sus ganas de sobrevivir eran más grandes que la curiosidad que sentían así que se dispusieron a abandonar el templo por la salida más cercana sin que sus nuevos visitantes se dieran cuenta; Lastimosamente en el proceso de salida, Martín que pecaba de ser un poco torpe, tropezó con una saliente que había en el suelo y cayó al piso generando un estruendo que hizo eco en todos los recodos de el templo, inmediatamente se vieron rodeados por sus nuevos enemigos, los cuales eran aproximadamente entre diez y quince, a pesar de no querer confrontaciones, en ese momento la pelea era inevitable así que se acomodaron entre todos, cuidándose las espaldas unos a otros y se organizaron en posición de batalla, increíblemente el conflicto duró poco y los encapuchados fueron los que salieron derrotados, pues a pesar de ganar en cantidad, perdieron en habilidad y estrategia.

 

Ya cansados y adoloridos después del combate en el que acababan de participar, no les quedaban más que ganas de acabar con esa situación de una vez y salir de ese lugar, pero no eran tontos, sabían que si estas personas los habían atacado cuando llegaron era porque no querían que descubrieran algo que se encontraba en ese lugar, así que volvieron a la tarea de la búsqueda, no pasó mucho tiempo para que Victoria se cansara y se sentara al lado de la estatua donde momentos antes se habían escondido, mientras descansaba alcanzó a divisar una extraña marca con forma de ojo en la estatua, y bajo esta, una dirección tallada que de lejos hubiera sido imposible de ver debido a su tamaño y el moho que la cubría.

 

La dirección los llevó a un antiguo bosque no muy lejos del templo donde tan solo después de cinco minutos de caminata por un sendero, encontraron una pequeña cabaña, del tamaño para que solo una persona pudiera vivir en ella, al acercarse, un extraño personaje salió de ella, parecía humano pero parte de su rostro estaba formado por estructuras metálicas, cables y engranajes, daba la impresión de haber salido de una película futurista, el extraño individuo se unió a ellos y les dijo que no temieran y que confiaran en él pues podía ayudarles en su misión.  

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